De los encierros y los temores

La lluvia cae lentamente,
Lentamente va derritiendo la nostalgia,
Se va llevando el dolor del encierro,
La agonía de la ausencia.

También mi cuerpo
Cae lentamente,
Nada quedará
Cuando hayas desaparecido
Entre el humo tibio,
Ya no hay a quien acudir
Cuando la muerte está cerca,
Cuando el peso del mundo
Es insoportable.

Por eso, solo por eso,
Me quedo quieta unos segundos más,
Contemplo el límite
De tanto dolor
Y el llanto
Se va haciendo inevitable,
Asoma a los ojos y a las manos atadas,
Se vuelve esencia, parte de este día
Gris como todos,
Amargo como todos.

Hoy no puedo evitar sentirme lejos,
Lejos del reloj que nunca dio la hora,
De aquello que me hundió en el abismo
Y después me dio la vida,
Tu cuerpo, pese a mi tristeza,
Continuará ausente, distante,
Tu voz se perdió,
Se enredó en la fogata eterna
Que encendimos aquella noche
En que las sombras danzaron alegres.

Llegará el momento
En que ya no pueda respirar
Nada más que ausencia.

Mientras eso sucede,
Continuaré construyendo puentes
Que,
Más temprano que tarde,
Caerán estruendosamente.


Mayo 25 de 2004.